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Descubre qué tipo de ecosistema es tu escuela

Una escuela es un ecosistema, y una definición de ecosistema del diccionario es: “comunidad biológica de organismos que interactúan y su entorno físico”. Entonces, considerar que una escuela es un ecosistema tendría tremendas implicaciones en la forma en que organizamos las aulas y nos guiamos en ellas. A su vez, un principio fundamental de un ecosistema es la interdependencia, y esto significa que algo que sucede en una parte del sistema puede afectar a otras partes del mismo.

Otro principio fundamental de los ecosistemas es que están diseñados para adaptarse y prosperar. Entonces, cuando se realizan modificaciones, por ejemplo, debido a políticas como la deforestación para recolectar madera con usos comerciales o circunstancias como el calentamiento global, puede haber graves consecuencias negativas para el entorno. Los patrones de relaciones entre el clima, el suelo y el acceso a los alimentos y otros recursos se desorganizan como consecuencia de dichas modificaciones, lo que sin duda puede afectar y amenazar a ciertas especies o llevarlas a cambiar su comportamiento a lo largo del tiempo de manera impredecible y dañina.

 

Cada elemento de una escuela afecta a otras partes y al todo

Si creemos que una escuela es un ecosistema y ​​actuamos de esa manera, cambiamos nuestra perspectiva y nuestro día a día. Nos damos cuenta entonces de que cada elemento de una escuela puede afectar a otras partes, y que la forma en la que se trata a los estudiantes puede afectar también al éxito o al fracaso de toda la escuela.

 

 

Si creemos que una escuela es un ecosistema, nos volvemos más sensibles a los matices de las políticas que establecemos en los coles y nos fijamos en sus efectos de manera más íntima y próxima, y no con tanta distancia. Esto lleva a que las políticas y dinámicas que se introduzcan sean realizadas con la mente, con el corazón y con el alma, pues se adquiere conciencia de que todo aquello que se haga terminará afectando, de alguna u otra manera, al conjunto escolar.

Si creemos que una escuela es un ecosistema nos damos cuenta de que debemos preocuparnos por todos los aspectos de la escuela. La escuela en sí es el producto de las interacciones e interdependencias de todos sus componentes, independientemente de la visibilidad o presencia que tengan. Y en este mismo sentido deberíamos entender que un distrito escolar es un ecosistema aún más amplio, definido igualmente por sus escuelas y por lo que suceda en ellas.

Por eso en los colegios se debería reflexionar acerca de las cosas que son prescindibles, necesarias, o que tienen menos importancia para el conjunto de sus “especies”, es decir,  que tenemos la obligación ética y moral de nutrir el ecosistema de la escuela apoyando todas sus partes por igual y permitiendo que cada estudiante desarrolle su capacidad de avance y desarrollo de una manera que contribuya de forma positiva al conjunto.

 

 

¿Qué tipo de ecosistema es tu escuela según su “hábitat”?

A continuación encontrarás una serie de descripciones originales y divertidas sobre los ecosistemas y los seres que les dan forma aplicados a las escuelas y a la educación que te servirán, quizá, para averiguar en cuál de ellos podría situarse tu centro escolar. Los símbolos y ejemplos que se han creado se han buscado a través de la información que los ecosistemas naturales nos aportan, y dichos detalles pueden llegar a extrapolarse al tipo de escuela o a las dinámicas habituales de determinados centros escolares.

¿Te animas a buscar qué tipo de ecosistema es tu escuela?

 

 

 

Los cambios en las escuelas significan la mejora del clima escolar

Las escuelas no se pueden cambiar de arriba abajo sin tratarlas como ecosistemas. No pueden producir competencia, y mucho menos excelencia, sin atender el clima que se da entre sus paredes y despachos y sin tener en cuenta la competencia socioemocional y el carácter de todos aquellos que la conformen.

Esto plantea un tremendo desafío para la educación y los educadores reflejando que las políticas y los programas habituales tienden a fragmentarse, alejándose de un carácter más holístico y necesario. Con demasiada frecuencia se centran en las áreas temáticas y en el contenido, en lugar de en las personas de las escuelas y en sus relaciones entre sí y en el material que de verdad se enseña y su utilidad para la vida.

Ver una escuela como un auténtico ecosistema, en definitiva, nos conduce a un nuevo modelo educativo que prima a las personas, sus inquietudes, sus emociones, todo aquello que les afecta…dando pie a un panorama escolar y educativo mucho más halagüeño en el que todas las partes se vean contempladas y beneficiadas. Al fin y al cabo, si un ecosistema no se cuida y falla, todo lo que albergue terminará sufriendo las consecuencias.