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5 Beneficios de acostar a los niños con un buen cuento

Leer es viajar, y “salir de casa un ratito antes de dormir” es muy recomendable. ¿Quieres descubrir el por qué?

Desde muy pequeños, se puede comenzar con la rutina de la lectura nocturna. Sólo hay que adaptar los libros a la edad del niño. Comenzaremos con cuentos en los que predominan las imágenes y cuya historia sea muy sencilla. Se maravillarán con las ilustraciones y memorizarán todos los detalles. El truco está en explicarles con tranquilidad e interés. Hacerles preguntas sobre lo que ven también es bueno para que participen.

Cuando van creciendo, vamos complicando la trama y nos daremos cuenta de cómo van siguiendo las letras.  Casi seguro que nos preguntarán “dónde dice eso” o qué significa esa otra palabra, incentivándose, de este modo, su curiosidad e interés por las historias escritas.

Después del baño y la cena, crearemos la rutina de acompañarles a la cama con un libro. Comienza la aventura y es el momento ideal para que, estando relajados y tranquilos, se metan de lleno en la historia que elijan. Es muy recomendable que, además de que se les regale libros, visiten una biblioteca uno o dos días a la semana para que lleven sus libros prestados y cojan el hábito de la lectura.

Comenzaremos haciéndolo por ellos y terminaremos haciéndolo por nosotros. El vínculo y la complicidad que se crea será tan fuerte como especial. Ver sus caritas, su curiosidad, sus descubrimientos y, según vaya creciendo su sorpresa, su alegría y hasta su tristeza por lo que vamos narrando, es impagable, y serán momentos únicos e irrepetibles que seguro recordaremos siempre y ellos también. Es literalmente una manera de crecer juntos y de compartir emociones que, tanto ellos como nosotros, viviremos por primera vez.

Paramos la actividad de golpe, tumbados en la cama y nos concentramos en el cuento, en los personajes, los colores, las páginas, incluso la textura y la forma de las letras. Eso hará que vayamos ralentizando el ritmo y el niño se prepare para dormir plácidamente. Todo un sedante natural.

Comenzamos diciendo que leer es viajar y, quien viaja, es la imaginación. Pensando en cómo serán los protagonistas, el entorno, reflexionando en lo que les pasa y en cómo actúan frente a ello… Dejamos a un lado los estímulos tecnológicos y les enseñamos a observar todo en su cabeza. A sentir de verdad. Cuando empiecen no podrán parar, porque es una adicción usar la imaginación dándose cuenta de que ellos la controlan y pueden modificar a su antojo los detalles, las acciones o el desenlace.

Cuando esto pase ya no hay vuelta atrás. ¡Habremos creado un lector para toda la vida!

¿A qué esperas? Hazte el carné de la biblioteca más cercana, y también hazle al niño el suyo. Organiza un rato a la semana para ir a leer, rebuscar en las estanterías y elegir los libros que esa semana dormirán en casa.