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Pautas para combatir la desobediencia de los más pequeños

Los hijos muchas veces parecen volverse en nuestra contra y rebelarse frente a las normas y las peticiones que les hacemos. Sabemos que todo cuanto les decimos o pensamos para ellos es lo que creemos más adecuado, pero no podemos esperar que los niños entiendan esto porque sí o que reaccionen de forma mecánica a nuestros requerimientos.

Lo mejor es hacerles entender que son nuestra máxima preocupación y, sobre todo, no perder los nervios cuando no reaccionen como esperamos. Es cierto que la situación puede ser desesperante, sobre todo cuando los niños se empecinan en negativas o rechazan cualquier mandato o demanda, pero es importante saber que dichas reacciones tal vez no sean para fastidiarnos y que obedezcan a otras causas ajenas y propias del desarrollo, de la ubicación en el mundo o del propio cansancio. Eso sí, para salir de dudas es fundamental establecer unos límites sanos y procurar que se vayan cumpliendo, sin amenazas ni castigos que condicionen la espontaneidad y la forma de ser de los más pequeños.

 

Pautas para que tus hijos te respeten con naturalidad

Es importante que los hijos respeten a sus padres porque entiendan que es lo correcto y lo justo (teniendo en cuenta que los padres son el bastión más importante de sus vidas, así como sus guías durante el camino hasta la edad adulta) pero no por la fuerza ni a gritos. El razonamiento y la fundamentación de las cosas son esenciales para el crecimiento de una familia sana, es decir, que debemos desterrar por completo frases como “porque yo lo digo” o “porque sí y ya”.

Es importante que contemos también con sus opiniones y que les demos la oportunidad, sobre todo cuando haya desacuerdos y malentendidos, de explicar sus impresiones y pareceres. Todas las cosas y acciones que emprendemos necesitan un porqué, dado que no somos robots ni autómatas, y los niños tampoco lo son. Por eso la comunicación es la clave en cualquier familia, así como el buscar consensos y acuerdos cuando haya diferencias. Es decir, que si tus hijos se empeñan en no dejar de jugar cuando se lo pides, deberías procurar llegar a determinados acuerdos, como dejarles otro ratito después de cenar o después del baño, o establecer que, si quieren jugar de nuevo al día siguiente, deben guardar sus juguetes primero el día anterior. Esta forma de actuar les hará ver que les tomamos en cuenta y que sus gustos y deseos también son muy importantes para nosotros, como los de cualquier otro miembro de la familia.

No seas radical ni pagues tus enfados con los más pequeños, pues no lograrán entenderte. Si consideras que ha pasado el tiempo de jugar, por ejemplo, ve comunicándoselo con tiempo para que puedan hacerse a la idea sin sorpresas. Ofrece también opciones en lo que a sus cosas se refiera, como la ropa que desean ponerse o la comida que les gustaría comer el fin de semana, pero ojo, haz que solo sean un par de opciones ya preestablecidas y que tampoco se den de forma continua, dado que esta tónica podría generar confusión en los niños y hacerles pensar que no tienes las cosas claras como padre/madre.

 

Diferencias entre rebeldía y faltas de respeto

Que las palabras o las acciones de los hijos se desmarquen de lo que consideramos oportuno, puede ser entendido muchas veces como una falta de respeto hacia el progenitor o una falta absoluta de educación, sin embargo, esto muy pocas veces es cierto. Y es que no compartir los mismos gustos, deseos u opiniones, no tiene que ver a priori con una falta de respeto, y es importante que lo tengamos claro para no caer en errores innecesarios.

No olvidemos que los niños van aprendiendo que existen determinados límites que no se deben cruzar con el tiempo, y que no nacen ni mucho menos sabiéndolo. Demos espacio a su crecimiento y a su aprendizaje interno y, poco a poco y dando ejemplo, veremos que la etapa de los “noes” y de las desobediencias disminuye hasta caer por su propio peso en el olvido. Ejerce una crianza respetuosa con los tuyos y los frutos de tu esmerada educación no tardarán en crecer, viéndose tarde o temprano reflejados en la nueva generación.