A veces, cuando nuestros hijos sufren, tendemos a decirles que no pasa nada o que no hay motivos por los que merezca la pena llorar. Lo cierto es que nuestro organismo está formado para poder llorar cuando estamos tristes o cuando experimentamos dolor. ¡Y no tiene nada de malo! Es más, sirve de alivio, de desahogo y de consuelo personal. Por eso no es recomendable que les digamos a nuestros pequeños “que dejen de llorar” o que “no ha pasado nada”. Si nuestro cuerpo siente ganas de llorar existe un motivo, más o menos razonable para los demás, pero del todo lógico para nuestro propio cuerpo. Llorar es salud y no perjudica a nadie, de manera que no coartemos el desarrollo y los mecanismos de expresión de nuestros hijos.
¿Qué puedo decirle a mi hijo para aliviar su tristeza?
Por mucho que queramos a nuestros hijos no podemos, como padres, evitar las desilusiones, las caídas o las angustias que sufran. La vida consiste en pasar mejores y peores momentos, y por nuestra parte solo queda desear que tengan una vida con las menos lágrimas posibles. Pero si ocurre, si tu hijo se cae y le duele al levantarse, lo único que significa es que está avanzando por el camino de la vida, y no deja de ser algo bonito y maravilloso.
Aquí te proponemos algunas frases interesantes que puedes utilizar en lugar del “no llores”:
- Sé que esto es un momento muy duro para ti.
- No es malo estar triste.
- Llorar es de valientes.
- Te ayudaré en lo que necesites.
- Estaré a tu lado siempre.
- Mamá/papá estará aquí hasta que te sientas mejor.
Estas son solo algunas de las frases que podemos decir a nuestros hijos para acompañarles en un mal momento, pero existen muchas más. Lo importante es que no intentemos distraer su atención cuando algo ha ocurrido, o decirles que no tienen motivos para llorar, puesto que de esta forma estaremos evitando que el niño/a asimile correctamente lo que le ha ocurrido o que pueda expresar su dolor o su decepción de manera correcta, hasta encontrar su propio alivio.
Es muy importante que no avergoncemos a los niños por mostrar sus sentimientos, pues esto, con el tiempo, solo podría acarrear problemas de autoestima o de personalidad. Los sentimientos son inherentes al ser humano, y por eso debemos aprender a lidiar con ellos y a manejarlos con inteligencia y habilidad, no a esquivarlos. Un niño que crezca en libertad, con respeto a sus sentimientos, será una persona que crezca con autonomía y con libertad de sentirse él mismo, lo que sin duda es muy importante para criar niños felices y adultos sensatos y responsables.
Enseñar a vivir y no a reprimir, está en nuestra mano.