Diferencias entre las emociones y los sentimientos
La emoción es un fenómeno inconsciente y profundo del cerebro, mientras que el sentimiento viene del lóbulo frontal, que lo extrae y lo hace consciente. El problema es que cuando nacemos, en los primeros años todo son emociones universales como la tristeza, el miedo, etc. y lo que tenemos que hacer es aprender a transformarlos en sentimientos para que el niño los comprenda.
Los niños no tienen palabras para poner nombre a los sentimientos y las emociones. Si los padres explicamos al niño porque se siente así y las causas, entenderá porque tiene esas reacciones corporales.
Tener una estrecha relación entre padres e hijos, entre el primer y el segundo año de vida, hace que el lóbulo frontal del cerebro (encargado de controlar las emociones) madure más rápido. Si, además, estimulamos las interacciones sociales del pequeño con otras personas de nuestro entorno, favoreceremos su capacidad de observación y su comportamiento con el medio.
Consejos para valorar los sentimientos de nuestros hijos
- Escuchar: hay que dedicar todo el tiempo posible a nuestros hijos, y con la máxima atención e interés.
- No interrumpir mientras se habla: los niños no tienen suficiente lenguaje para explicar exactamente qué problema tienen, por lo que necesitan más palabras para explicarlo. Para ayudarles a expresarse podemos hacer preguntas y pequeñas pausas tan sencillas como, ¿ah sí?, ¿de verdad?, para que sientan que están siendo escuchados y comprendidos de verdad.
- Poner palabras al problema: debemos explicar a los niños que si les ha ocurrido un problema ha sido por X razones, por ejemplo, si un niño se cae debemos explicarle que ha sido porque se ha subido a la silla, no ha tenido cuidado y se ha resbalado haciéndose daño, pero siempre sin reproches.
- Demostrar que lo que dicen es importante para nosotros: ser receptivos es muy importante para que, en un futuro, los niños confíen en su entorno familiar ante cualquier problema que se les presente en la vida.