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Cómo poner límites equilibrados a los más pequeños

Cuando se tienen hijos pequeños, muchas veces nos damos cuenta de que parecen casi siempre no hacer lo que nosotros queremos o decimos que hagan. Solicitamos y decimos determinadas órdenes o recomendaciones, y parecen querer salir corriendo por el camino contrario, con oposiciones y afrentas continuas.

La reacción instintiva a este tipo de comportamiento suele ser el pensar que los hijos están permanentemente faltando a sus padres al respeto, produciéndose una importante frustración en los padres, que a veces hace pensar en una idea de fracaso educativo. Sin embargo, esa frustración entendible, puede llevarnos como adultos a recurrir a frases tradicionales y bastante autoritarias que nada positivo aportan a la educación de los peques, como por ejemplo: “¡porque lo digo yo y punto!” o “porque mando yo que soy tu padre/madre”…etc.

 

 

Este tipo de frases conducen a la idea de que los hijos deben obedecer porque sí, sin razonamiento alguno, como seguidores obedientes y ciegos que no tienen sus propios gustos ni su propia capacidad de pensar y de actuar. Pero, ¿de verdad un seguidor ciego que hace todo lo que le dicen sin cuestionarlo, es el tipo de hijo que te gustaría criar? El tipo de respeto que un padre sensato debe esperar de sus hijos, es uno desarrollado y no uno exigido.

Es decir, que debemos enseñar a los hijos a respetar y a comportarse adecuadamente, de forma positiva, constructiva y razonada, y no en base a exigencias y palabras fuertes. Y es que es muy importante ser capaces de transmitir a los más pequeños que en nuestros mandatos o disposiciones, se encuentra lo mejor para ellos sin necesidad de gritar y haciendo que confíen plenamente en las palabras y en los actos de sus padres.

En el diálogo mutuo se encuentra la base del establecimiento de unos límites sanos para los más pequeños, que necesitan comprender las cosas y dar también sus propias opiniones sin temor a represalias.

 

 

Tácticas para dialogar y negociar con los hijos sobre lo correcto

 

 

 

 

 

 

 

En definitiva, como padres debemos tener claro que no siempre estar en desacuerdo es faltar el respeto a un padre o a una madre, pues ni siquiera son sinónimos. El “no” de los niños o su rebeldía a una orden, suelen ser conductas desafiantes propias del proceso de aprendizaje, y otras muchas veces son culpa de cosas que aún no entienden, como que hay que comer sano o que hay que descansar para poder continuar la jornada.

Los niños tarde o temprano irán aprendiendo que hay límites, pero para que el aprendizaje en este sentido sea bueno y provechoso, esos límites deberán ser siempre equilibrados por parte de sus padres.

 

Y tú, ¿qué tácticas usas para establecer límites a tus hijos?