Técnica del Focusing para reconocer emociones en niños

El padre de esta técnica fue Eugene Gendlin, un filósofo austríaco fallecido en mayo de este mismo año. Este hombre, doctorado en filosofía y también en psicología, descubrió que los seres humanos, de alguna manera, se pueden poner en contacto con sus propias sensaciones, algo que a priori podría ser muy importante para entendernos a nosotros mismos y para poder dar solución a muchos de nuestros problemas.

Esa forma de aprender a relacionarnos con nosotros mismos es la que recibe el extraño nombre de Focusing, por tanto, podríamos decir que es un proceso de autoconsciencia dirigido a trabajar con nuestro cuerpo para aprender a orientarlo y a curarnos de las heridas emocionales, causantes de la mayor parte de nuestros problemas. En definitiva, es aquello que se ha puesto tan de moda en el entorno de la infancia gracias a libros como El emocionario, de Cristina Núñez, consistente en la necesidad que existe de procurar que los niños aprendan a reconocer sus emociones y a gestionarlas de manera eficaz, con el fin de que puedan evitar en un futuro muchos de los problemas de los adultos.

El Focusing, en cualquier caso, no está destinado a acabar con nuestras inquietudes y con nuestros problemas, y esto es preciso tenerlo claro, pero sí que puede ayudarnos a gestionarlos mejor y a no acabar hundidos al menor contratiempo. El Focusing nos permite enfrentarnos a ellos con decisión, reconocer esos sentimientos y emociones que afloran con su presencia, y a atajarlo de la mejor manera posible.

Cómo podemos adaptar el Focusing a la infancia

Cuando los niños tienen un problema que les hace sentir mal, no existe nadie mejor que ellos (ni siquiera sus padres) para identificarlo. Sin embargo, muchas veces los niños pequeños carecen aún de técnicas que les permitan identificar a las cosas por su nombre o el simple hecho de relacionar la causa con el efecto. Es por eso que debemos ayudarles en el proceso con una sencilla formulación de preguntas que les permita llegar a una respuesta propia. Preguntas como, ¿qué hace que no te sientas bien? Poco a poco, los niños irán encontrando respuestas que será necesario analizar, siempre sin presiones.

¿Qué es lo que te hace sentir peor de todas esas cosas que dices? O, ¿cómo te sientes cuando ocurre? Son preguntas que podríamos formular después, una vez que el niño o la niña hayan sabido poner nombre a las respuestas de la primera pregunta.

Una buena forma de que los niños aprendan a identificar sus emociones es fabricar una relación simbólica con las mismas, ya sea a través de colores, de figuras, de imágenes…

¿Qué podría hacer que te sintieras bien? Sería una de las últimas preguntas de este proceso, ya que para que alguien sepa que necesita para cambiar algo, tiene que haberse dado cuenta realmente de qué es ese algo, es decir, ya ha aprendido a identificar sus problemas y sus emociones asociadas a los mismos.

Este proceso, similar a la Técnica del Oso Arturo, que ya vimos en otra ocasión, nos enseña a escucharnos a nosotros mismos y nos informa sobre la importancia que tiene la comunicación, tanto con nuestro propio interior como con aquellos que nos rodean.

Eso es precisamente lo que hace importante el Focusing aplicado a la infancia, la necesidad de hacer ver a los más pequeños que lo importante no son los fracasos, sino nuestra propia fuerza y nuestra capacidad de crecer y no decaer a pesar de ellos.

Y tú, ¿practicas el Focusing?

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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1 Comentario

  1. Muy interesante me agrada seguir fortaleciendo mis conocimientos

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